El acto y origen de la Inspiración es caprichoso:
El
buen artesano siempre se detendrá, tarde o temprano, a analizarlo, a
acercarse al origen del acto inspirado a través de un acercamiento
instintivo, pues.. sólo El Instinto podrá darle la llave necesaria
para comprender y comprehender: para comprenderlo comprehendiendo.
Y,
eso, lo sabe el buen artesano.
Ese
saber es un fluir; es agua corriendo, serpenteando entre piedras
caprichosamente.
Es
agua que busca su origen, que anhela descubrir el porqué y, sobre
todo, el como ha sido inspirada.
(Ese
saber es también un querer Fluir).
El
Instinto es el Lobo que husmea... que capta el el Aroma de la
Inspiración a kilómetros de distancia y se encamina hacia ella
confiando en las reacciones que dicho aroma provoca en su pituitaria
y, por lo tanto, en su cerebro.
Un
Deseo de saber (de
saber más) se activa
y es el desencadenante de que el Lobo se vuelva y comience a
ca-mi-nar,
a
dirigirse hacia, a buscar ese Origen.
La
mayoría de las veces la Inspiración llega, rauda, y explota y
tratas de escribir, de reflejar en un papel lo que tus conexiones
neuronales emiten: (ese diálogo interno, invisible: [texto],
[materia poética pura]).
No
existen límites y el control y modelado o pulido sobre la materia
inspirada (que
está germinando, mostrándose) es nulo o casi nulo.
La
precipitación del nacimiento y fluir del acto tiene como
consecuencia
esa
carencia ilimitada de control sobre lo invisible.
En
algunas (excepcionales) excepciones, es posible llegar a pulir dicha
materia: (un
rápido e, incluso, audaz sinónimo puede ser ese pulido).
El
fluir es más lento que en el anterior caso expuesto y permite este
tipo de interacciones o alguna otra.
Puede,
ciertamente, ex-ten-der-se en el tiempo.
Y,
ciertamente,
puede
ser retomado mediante un pequeño y arduo ejercicio mental de
flash-back, con
un volver (con exactitud) al punto donde había sido abandonado.
Son
dos formas diferentes de Fluir y de querer Fluir.
Son
dos formas de saber... de manifestarse, inspiradamente, la materia
poética.
Inspiración
y estilo (estilo propio) se van perfeccionando. No sólo se van
perfeccionando sino que buscan (desean) la perfección. El tiempo los
pule lenta e inconscientemente al saber de ese deseo, tiene esa
poderosa capacidad.
Aquí,
entra en juego la Exigencia y la Consciencia:
(una
Consciencia natural, ecuménica, comprensiva y que busca la
comprensión-comprehensión será quien la despierte).
Y
si la Exigencia personal de saber y querer saber es óptima y
natural, buscarás alimento: azúcares varios
(que
nutrirán tu Instinto y lo perfeccionarán, a su vez, en esa búsqueda
[deseo] de la perfección;
perfeccionarán,
además, a la Inspiración:
[esta
puede dejarse hacer,
moldearse si intuye o presiente un Instinto natural, dulce: con
visión-comprensión-comprehensión]).
Caprichosamente
la Inspiración te comunicará que es caprichosa y que, por esto, su
Origen y Acto también.
El
Tiempo proporciona la seguridad necesaria, te pule con seguridad... concede,
además, estilo y, esto, es muy agradable para la Inspiración: lo
considera esencial.
Es
una lija muy fina que afecta también al Instinto
en su ca-mi-nar: es aullido.
en su ca-mi-nar: es aullido.
El
complemento perfecto y complementario de toda
visión-comprensión-comprehensión
creativa, coherente (pulida ya... o que desea seguir puliéndose
[pues, en mi humilde opinión, este pulido puede ser infinito,
interminable]), es la Femineidad:
tanto
la Femineidad en forma de Mujer, práctica y moderna o simple y
profunda, como la Femineidad de la Naturaleza: coherente, sabia, sin
aristas, innata, arcana. Y, también, Mujer y Naturaleza como
Instinto e, incluso, Sumisión.
El
acercarse instintivamente al Instinto de la Femineidad
(Mujer-Naturaleza) es necesario ya que es acercarse a otro Origen, un
Origen más antiguo y vital:
es
un acercamiento a la Madre como Universo y Semilla:
el
Origen de todos los Orígenes, (también el de la Inspiración).
En
ese instante, comienzas a saber de la Esencia: aprecias y absorbes,
aprecias y vuelves a absorber: te alimentas (; pero, este Alimento no
son azúcares varios, sino Poesía).
(Y
no sólo te alimentas... es posible que llegues a necesitar absorber
continuamente. Esa necesidad [que] podría considerarse vicio; pero,
no es realmente vicio sino [que] es placer nutritivo: un placer único
que te diferencia, marcándote en silencio... alejándote del
mundanal ruido).
En
esta absorción hay un factor determinante y que influirá en la
Creación (y en posteriores Creaciones).
Este
factor es la pureza:
cuanta
más pureza interior poseas, más pura será esa absorción; más
perfectas, más puras... más fluidas serán tus Creaciones y la
Inspiración que las produzca.
Afectará
también a Creaciones anteriores
cuando las revises o releas.
cuando las revises o releas.
(Te
permitirá perfeccionarlas pasado cierto tiempo).
Esta
absorción de la Esencia permanece en ti (dentro de ti): en algún
lugar no definido. Forma parte ya de tu ser y, al ser Esencia pura,
permanece reminiscente irradiando y ya nunca dejará de hacerlo.
Has
llegado al Tendón: lo tocas, lo mueves y un dolor que es
vértigo-abismo y paz y luego relajación te habita como un perfume
hecho con un pétalo-tanino de cada una de las flores que existen en
este mundo.
El
Tendón-Esencia irradiando es algo muy valioso.
Conexiona
bien, hace magia, ilumina.
Es
creativo(a).
Es
frío... lluvia.
Es
una alfombra mojada por el rocío y son tus pies descalzos.
El
sendero que conduce al buen artesano al Tendón-Esencia es
zigzagueante:
como
una rama de laurel mecida por suave brisa.
(EN
ÉL) HAY VISCOSIDADES, HUMEDADES, MAGNETISMOS, SENTIMIENTOS, MIRADAS,
EMISIONES Y HAY FUSIÓN.
(EN
ÉL) SIENTES Y COMIENZAS A MECERTE:
ERES
LAUREL Y, CASI, TENDÓN.
Debido
a lo caprichoso del acto inspirado (rapto) se hace necesaria una
corrección posterior; pero, nunca una corrección de lo esencial ni
de su aroma.
La
corrección de la materia poética inspirada y espontánea exige
mucho al Poeta, al Creador y, dentro de la corrección, la puntuación
es un aspecto importantísimo, pues, normalmente, la materia poética
no es demasiado precisa. La precisión necesaria es infundida por la
puntuación que convierte al Poema en un ser casi perfecto o
perfecto.
Pero,
primero ha de perfeccionar al Poeta para luego poder pulir, con
perfecta precisión, a su Poema.
La
puntuación converge, roza con la materia poética pura para
transformarla mediante un ejercicio de precisión.
La
precisa, acariciándola.
Y,
ahí, el Poeta se encuentra en una situación no cómoda ya que al no
haber tenido control sobre el fluir inspirativo-neuronal (al ser
simplemente un veloz amanuense, el ejercicio de precisión no
puede ser perfecto).
La
imperfección existe y es cruel y castiga.
Es
importante no dejarse dominar por ella ya que sabe manejar conceptos
como
frustración, tedio, aburrimiento, chantaje... olvido.
Puntuación
e Inspiración son dos polos opuestos que se atraen.
La
Inspiración es completamente libre: es Libertad.
Una
Libertad que se acerca, te toca, hurga en tu interior, neuronea y se
transforma en materia poética inspirada y visible.
La
puntuación acota esa Libertad, limitándola, en cierta manera.
Cuanto
más fuerte y exacta sea la atracción entre puntuación e
Inspiración más perfecto y bello será el Poema.
Cuanto
más hayas absorbido más irradiará el Poema.