Del
amor, del sexo o del misterioso
arte de la enfleurage es
el sugestivo título que se me ocurrió ayer mientras veía una
película y barruntaba para mis adentros el porqué el escribir no es
una de mis necesidades creativas que yo practique a diario, sino, más
bien, algo esporádico, pero no por ello aburrido o monótono. La Creatividad no es aburrida ni monótona sino edificante y muy
especial. Y, dentro de la Creatividad, la escritura, como una de sus
formas, es como sugería Valente: aposentarse, estar.
El
amor y el sexo (sobre todo este último) debería ser creativo y
no aburrido ni monótono y debería ser practicado a diario:
aposentándose, estando.
El
amor es un sentimiento, casi platónico, que podría llegar, incluso,
a necesidad (que se puede convertir en traicionera, soez y triste y que desembocará, inevitablemente, en el ancho y oscuro mar
del rencor y la venganza): un cuchillo bien afilado que no dudará en
seccionarte, hacer un picadillo y dejarte profundas heridas a las que
nunca se te ocurra echarles sal o vinagre. Es recomendable, en estos
casos, relajarse yendo a la playa o ir a pasear por el monte:
actividades que mejorarán tu estado de ánimo sin lugar a dudas y no
producirán escozores de ningún tipo.
Yo,
si me tengo que quedar con alguno de los conceptos que conforman el
título, me quedo con el misterioso
arte de
la enfleurage.
(Como
el avisado lector puede no saber en que consiste este delicado arte:
yo trataré, humildemente, de instruirle adecuada y metafóricamente
en este quehacer).
Mediante
el arte
de la enfleurage,
los pétalos de las flores son depositados en grasa animal para que
dichos pétalos se
mueran lentamente (como si se durmiesen) dejando
como ofrenda su olor, su esencia. Una vez destilada esa grasa, llegaremos a buen puerto obteniendo, por fin, el deseado fruto: un
ingrediente para realizar un perfume.
Te
preguntarás qué tiene que ver el amor y el sexo con el misterioso
arte de
la enfleurage (¿?).
Querido
lector, si realmente te está sucediendo esto es que debes sazonar
tus neuronas con el poético
arte de
la metáfora y añadirle una pizca de imaginación. Una vez hecho
esto, estarás en disposición y completamente preparado para
zambullirte en estos menesteres... aunque, te advierto que la sutileza
es algo muy importante y no todo el mundo puede alcanzarla; todo
dependerá de tu nivel de exigencia, de tu habilidad y, por supuesto,
de tu Instinto.
Me
gustaría confiarte mi concepto y la relación que yo encuentro entre
el misterioso
arte de
la enfleurage y
el amor y el sexo; pero, creo que no lo haré... es tan íntimo,
personal e intransferible y, al fin, tan hermoso y puro que me lo
guardaré en un lugar donde ni tú ni ninguna otra persona pueda
quebrantarlo, manipularlo o contaminarlo de algún modo.
Además
(en el hipotético caso de que te lo confesase) tendrías mucho
camino andado y sería una auténtica pena para tu espíritu no
pasear por ciertos senderos por los que casi nadie se aventura; aún
siendo esto algo realmente innovador y diferente.
Tampoco
intentes llegar a la misma conclusión a la que yo he llegado:
nunca lo lograrás, quedas advertido (¡!).
nunca lo lograrás, quedas advertido (¡!).
Simplemente
medita, busca, hurga y algo encontrarás.
Lo
que sí puedo hacer es darte un hábil consejo: las prisas nunca
serán buena compañía... ciertas veredas hay que andarlas con
tranquilidad y sosiego.
Esperando
haberte mostrado el comienzo de un infinito e inolvidable camino,
rozando la eternidad y la belleza de sus femeninas curvas, me
despido.
Buen
viaje.